Estaba en primero de carrera, estudiando Ingeniería Técnica Forestal en la Universidad Politécnica de Madrid, en el año 1997. Era nuestra primera o segunda clase de prácticas de Matemáticas. En esas clases prácticas subíamos a la azotea, donde estaba el aula de informática, llena de ordenadores nuevecitos que pedían a gritos que los toqueteásemos.
Las clases prácticas de Matemáticas eran por parejas y no recuerdo bien ahora con quien me tocaba a mí (probablemente era por orden alfabético). Y en la primera o segunda clase, el profesor nos dijo que nos creáramos una cuenta de correo electrónico y una contraseña. Esa primera cuenta de correo, por supuesto fue de hotmail (¿acaso lo dudabas?).
Y en ese aula con el techo abuhardillado, descubrí internet… Recuerdo que los primeros sitios a los que metía eran terra, yahoo, la web de universia, que era un portal para estudiantes universitarios… En esas webs iba de un lado a otro, saltando con mis ojos para leer todo lo que me parecía interesante: viajes, pelis nuevas, descuentos, foros de estudiantes, etc. Eran webs muy lentas, básicas, pero cumplían su función perfectamente.
Poco a poco, durante el curso 97/98, el aula de informática estaba cotizadísima, y pusieron un aula extra para que pudiéramos entrar en nuestros ratos libres. Había horario de entrada y salida porque ya apuntábamos maneras y se notaba que nos íbamos a viciar a estar conectados: en cuanto teníamos un rato libre, subíamos a ver el correo, o buscar información sobre lo que fuera. En los descansos era imposible encontrar un ordenador libre.
Y de repente un día mis padres contrataron internet. Recuerdo la alegría de mi hermano y mía porque íbamos a poder tener ese lujo de estar conectados cuando quisiéramos. Pero no todo era lo que parecía: la conexión era cara y muuuuuuuuuuuy lenta, a la par que súper ruidosa.
Internet pasó de ser un “vicio” divertido a una necesidad. Actualmente tardaría más del doble en realizar mi trabajo si no existiera internet: tendría que asistir a mil reuniones para que aprobaran mis textos, mis contenidos, mis trabajos…, me tendría que desplazar muchísimas veces a diario para consultar a mis clientes, y no podría ser docente de tantos cursos online como soy ahora.
Ahora valoro muchísimo más la inexistencia de cobertura móvil e internet y me siento absolutamente libre cuando no tengo cobertura de ningún tipo. Creo que somos esclavos de la conectividad everymoment everywhere. Por eso, cuando quiero relajarme de verdad, voy a lugares sin cobertura y me siento libre.
¿Y tú, recuerdas cómo descubriste internet?
